No dejes de ir hacia Jesús, y él te llenará de su paz
El día declina, ha sido una jornada muy ardua, pero llena de muchos momentos maravillosos al oír al Maestro declarar la Palabra de Dios con una autoridad nunca antes vista, y verlo obrar con tal poder, que no ha llegado algún enfermo ese día que no haya sido sanado o liberado de yugos de enfermedad y opresión. Tal vez estos doce hombres que dejaron todo por seguir al Nazareno, se preguntan constantemente quien es este hombre en verdad y por qué nos escogió a nosotros.
La instrucción de Jesús fue clara, adelantarse hacia al otro lado de la ribera. Nadie se atrevió a preguntarle cómo le haría él para llegar, más tarde; solo se embarcaron como se los pidió. No esperaban que seguir a Jesús los pusiera una noche a remar intensamente hasta la madrugada para intentar avanzar contra vientos contrarios.. Y es que nadie espera que después de un tiempo de servir al Maestro, escuchar la Palabra de Dios siendo renovados, fortalecidos o afirmados y ver sus maravillas, en unas horas se encuentre luchando contra las olas e intentando que su barca no se hunda, hasta el punto de sentirse exhausto.
Con las fuerzas que les restan ellos continúan sacando el agua y haciendo todo lo posible para sobrevivir a este embate. De repente son sorprendidos por lo que a lo lejos parece la silueta o figura de una persona que comienza a acercarse, caminando sobre las aguas. Y estos doce hombre judíos comenzaron a gritar: "¡un fantasma!". Si, los llamados hermanos del Trueno, Jacobo y Juan, que como el rudo Pedro, eran experimentados pescadores, habían perdido el aliento y daban voces de miedo junto a los demás. Algunos tal vez pensaron: " hasta aquí llegamos, esto es señal de muerte". Mas enseguida, oyeron una voz que les decía "¡Tengan ánimo, yo soy,no teman!". El Señor sabía que no solo gritaban de miedo por lo que creían mirar, sino que habían perdido el ánimo, la esperanza de salvarse y estaban llenos de temor y angustia. Y ahora el Autor de la Vida, les dice que el Yo soy, está con ellos, no teman. Es Jesús caminando sobre las aguas en medio de la tempestad mostrándonos que el es Señor sobre todo lo creado y sobre cualquier circunstancia que podamos enfrentar.
Tal vez no lo reconoces en medio de lo que estás pasando, pero no dudes que no permitirá que sus hijos que esperan en él, naufraguen en medio de lo incierto o de lo que se presenta intimidarte. Hay un final para cada uno de nosotros, pero solo el lo sabe, somos suyos. Mas su palabra está cerca de ti, porque Dios ha estado hablando a tu corazón. Quizá entre los vientos, las olas y la desesperación, no has podido escuchar su voz. No es el caso de Pedro quien piensa que no puede dejar pasar este momento y pide al Señor por una orden, una palabra de su boca para lanzarse sobre el mar e ir hacia él. Jesús responde: "ven". Fue Pedro el que una vez dijo al Señor: "en tu Palabra echare la red" y vio las maravillas de Dios. Había experimentado la Palabra que manifiesta su poder. En un instante este ex pescador estaba yendo hacia Jesús en medio de la tempestad y las plantas de sus pies se deslizaban sobre las turbulentas aguas. Un momento glorioso mientras Pedro miraba al Señor. Más por un momento desvió su mirada como si recordara que a su alrededor soplan fuertes vientos y las olas aun agitan la barca. Y entonces comenzó a hundirse, dejó de mirar a Jesús, de ir hacia el, de sostenerse con la palabra que había recibido y el temor fue para este discípulo, como una fuerza que activó de nuevo en su cuerpo, la ley de la gravedad. Tal vez quitaste tu mirada del Señor y la pusiste en los hombres o en tus propios recursos, y perdiste el rumbo y te olvidaste de Jesús pensando que podías controlarlo todo, que no necesitabas a Dios.
Es tiempo de volver nuestros ojos a Jesús, de abandonar nuestros obstinados caminos y clamar por su misericordia. Eso fue lo que hizo Pedro, clamó al Señor y Jesús fue y le extendió su mano. Porque a pesar de nuestra duda, el seguirá mostrando su misericordia a quién le clama. Sin embargo, Jesús le dijo. "hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? No vamos hacia Jesús solo porque cesaron los fuertes vientos, eso no es fe. Vamos hacia él porque nos aferramos a su Palabra, porque confiamos que nos sostendrá y avanzamos con ese rhema, a pesar de que aun sintamos las olas sobre nosotros. Desde luego, hay una lucha en los pensamientos entre permanecer yendo seguros hacia Jesús, o desviar nuestra atención y confianza, ante las palabras negativas, noticias falsas, argumentos o ante la intimidación. Pero el Señor guardará en completa paz a aquél que persiste confiando en él. Jesús dijo que en el mundo tendremos aflicciones, pero confiemos porque ha vencido el mundo. No dejemos de mirar hacia Jesús y verlo caminar sobre las aguas, y oír su voz que nos dice ven. Luego de levantar a Pedro, al entrar en la barca, los vientos cesaron. En ese instante estos hombres dejaron de lado sus dudas y temores y se postraron en adoración ante quién ahora reconocen como el Hijo de Dios.
Es tiempo de volver nuestros ojos a Jesús, de abandonar nuestros obstinados caminos y clamar por su misericordia. Eso fue lo que hizo Pedro, clamó al Señor y Jesús fue y le extendió su mano. Porque a pesar de nuestra duda, el seguirá mostrando su misericordia a quién le clama. Sin embargo, Jesús le dijo. "hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? No vamos hacia Jesús solo porque cesaron los fuertes vientos, eso no es fe. Vamos hacia él porque nos aferramos a su Palabra, porque confiamos que nos sostendrá y avanzamos con ese rhema, a pesar de que aun sintamos las olas sobre nosotros. Desde luego, hay una lucha en los pensamientos entre permanecer yendo seguros hacia Jesús, o desviar nuestra atención y confianza, ante las palabras negativas, noticias falsas, argumentos o ante la intimidación. Pero el Señor guardará en completa paz a aquél que persiste confiando en él. Jesús dijo que en el mundo tendremos aflicciones, pero confiemos porque ha vencido el mundo. No dejemos de mirar hacia Jesús y verlo caminar sobre las aguas, y oír su voz que nos dice ven. Luego de levantar a Pedro, al entrar en la barca, los vientos cesaron. En ese instante estos hombres dejaron de lado sus dudas y temores y se postraron en adoración ante quién ahora reconocen como el Hijo de Dios.
Deja que el Señor Jesús entre a tu barca y dale el timón de tu vida y de tu casa, y no habrá vientos que te hagan naufragar, llegarás con él, tal como te dijo al otro lado de la ribera y reconocerás y adorarás al Dios Verdadero que te ama.
Puedes ver nuestra reunión online y la enseñanza completa sobre este tema en nuestro canal de youtube:: Centro de Avivamiento La Vid. También verás ahí un especial para niños 2 relacionado a este tema.
Bendiciones!
Pastores de la Vid.
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