Siguiendo al Espíritu Santo dónde él está obrando. Sesión 15. Curso Hechos
En esta sesión revisamos el final del capítulo 8 (ver del 26 al 40). El Espíritu Santo nos mostró cómo un ángel comunicó una nueva misión para Felipe. Su respuesta no fue indolente ni rebelde. Enseguida se levantó y se fue hacia el camino que va a Gaza, a un lugar desierto. El Señor no lo envió a una multitud sino a un lugar donde al parecer pasan muy pocas cosas. Y solo le dijo ve por ahí... y Felipe no pidió condiciones, solo siguió al Señor. Si, decimos lo siguió, porque cuando vemos todo el pasaje, entendemos la obra que Dios fue tejiendo. Y ya estando ahí observó el carruaje del funcionario etíope. En obediencia llegó a donde el Señor estaba obrando y vino así la siguiente orden: acércate y júntate al carro. Dos palabras que implican seguir la agenda de Dios. Un corazón por el perdido, sin prejuicios. Dispuesto a involucrarse, sin saber cómo respondería, pero reconociendo que el Espíritu tiene el control. El hacía una obra en ese hombre religioso que venía de la adoración en Jerusalén, pero que no conocía al Autor de la Vida. Con la sabiduría del Señor, Felipe le pregunta si entiende lo que lee y entonces el etíope pide que le explique. Así, la puerta se abre a la palabra, pero es Felipe quien abre su boca y desde el pasaje que leía lo lleva por la Escritura, para anunciarle el evangelio de Cristo. Necesitamos seguir al Señor y reconocer el momento para abrir la boca, pero no podemos callar. En el trayecto el hombre vio un lugar con agua y preguntó si algo le impedía ser bautizado. Quizá había escuchado a los fariseos que ponían tantas trabas a la gente para acercarse a Dios. Felipe respondió que si creía de todo corazón en el Señor, bien podía. Se bautizó y no volvió a ver a Felipe, porque el Espíritu lo arrebató y lo llevó a otro lugar. Jesús dijo que quien es nacido del Espíritu es llevado como el viento. El etíope regresó a su casa gozoso, porque había entrado en el Reino de Dios.
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